Se ha planteado de forma crítica que, en muchos de los trabajos existentes sobre la «feminización de la pobreza», se pone excesivo énfasis en la renta monetaria y en la familia monoparental con cabeza de familia femenina, y por el contrario, muy poco énfasis en la relación estructural entre varones y mujeres. Por este motivo, en el análisis de la pobreza y la exclusión social, se debe partir de esta situación, de la existencia de un sistema de relaciones sociales, simbólicas y psíquicas asimétricas en el que las mujeres se sitúan de forma diferente y desfavorable respecto a los hombres.